sábado, 17 de noviembre de 2012

De Harina y Huevo, por Maya Lima, 15 de noviembre de 2012


DE HARINA Y HUEVO
Por: Maya Lima


Iniciamos este espacio con la reseña de tres encuentros literarios a los que tuve oportunidad de asistir.
Lunas de octubre (25, 26 y 27 de octubre del 2012), en su novena edición, llenó de encantos y de lunas viajeras a la bella ciudad de La Paz, Baja California Sur, México. Aterricé el día miércoles 24. En el aeropuerto me encontré con Víctor Luna, poeta sinaloense, con quién conversé mientras esperábamos a David Muñoz que justo llegaba de los tremendos calores de Phoenix, Arizona. Reunidos los tres fuimos trasladados por el personal de apoyo, que en todo momento mostraron una amabilidad y profesionalismo que se agradece enormemente; al bello hotel ubicado enfrentitito de la playa. Como ustedes podrán apreciar, queridos lectores, los escritores, algunas veces sufrimos.
Cerveza en mano saludé al rey del fogonazo y apagón, el poeta Francisco Luna Preciado (Sonora) quién acompañaba a Edmundo Lizardi, el anfitrión, quién en mancuerna con Paloma Vergara hicieran, como en años anteriores, un excelente trabajo para que este encuentro literario fuera nuevamente un éxito.
Por estas lunas han pasado y permanecido algunos de los más representativos escritores mexicanos contemporáneos de diversas generaciones. Talentos como: Federico Campbell, Efraín Bartolomé, Daniel Sada (fallecido en noviembre de 2011), Eloy Urroz, Patricia Medina, Pável Granados, Rosina Conde, Roberto Castillo, Leobardo Saravia, Silvia Tomasa Rivera, entre muchos más. Este año no se quedó corto, la excitación estuvo presente con dos invitados de lujo: Enrique Serna y Eduardo Antonio Parra. A quienes escuchamos en el Centro Cultural La Paz, donde también se llevaron a cabo las mesas de debate y lecturas de este encuentro.
Hospedada con la bella poeta Mercedes Luna (Coahuila), realicé travesías en la República de las letras, donde el territorio en común es el lenguaje, dijera el maestro Daniel Sada. Pedaleándole a la cleta en el malecón, refrescándome con clamato en el callejón del Guillo, saludando a Miguel Ángel Quemain (DF), cantando con Miguel Reinoso (Guadalajara) platicando con el maestro Roberto Castillo, volada con las historias y casús del Paco Moon. Bañándonos en la bella playa Balandra con Mau y el maestro Parra. Los tacos de camarón, la felicidad en el perico marinero, la mashaca de marlín y hasta por el arribo de los OVNIS que nos despidieron en la clausura de tan hermoso encuentro literario.
Pero no todo es felicidad señoras y señores. Los poetas y narradores también lloramos. Después de tan grata experiencia en Baja California, me pregunto ¿por qué en otros encuentros literarios los organizadores han optado por no publicar un programa de mano con horarios? Me cuestiono, sinceramente me encabrono. ¿Por qué comportarse como policía china, como nana, como celador? Que la participación y tiempo de los invitados sea un misterio y esté condicionado a la permanencia en los recintos de lectura, me parece no sólo de mal gusto, sino un completo abuso. ¿Será por la poca experiencia de los organizadores o de sus equipos de trabajo, que con presentar un nutrido número de escritores, sienten que ya cumplieron?, ¿será que se conforman con que el público sea los propios participantes? será que, ¿después de auto publicarse, auto proyectarse, auto quemarse (en algunos casos, por supuesto no en todos), ya no les queda tiempo para hacer difusión del evento entre la gente que verdaderamente interesa nos escuche? Esto sucedió en el XX encuentro internacional “Mujeres Poetas en el País de las nubes”, donde la iniciativa que durante veinte años realizara Emilio Fuego, se viera desencantada por los criterios de algunas personas que lo asistieron. Colaboradoras que imposibilitaron a otras, quienes deseaban que el encuentro se llevara a cabo en los mejores términos. Pues a la hora de la verdad, ninguna de las poetas encargadas sabía o no querían o no podían decir cuándo y a qué hora eran las participaciones, en dónde o en qué momento se repartirían las antologías. O aclarar el punto del por qué sólo algunas invitadas selectas irían a Oaxaca y el resto no.
Desanimada, llegué un poco tarde el último día del festival, encontrándome con la noticia de que una hora antes había sido requerida mi intervención. Gracias a Pilar Rodríguez Aranda pude leer nuevamente. Ella me animó después de que hablara con alguien que formaba parte del staff. Yo no hubiera tenido la capacidad de acercarme a pedir un chance; pues el primer día sólo se me permitió leer un minuto. (Por culpa de las aborazadas que no saben lo que es decir su nombre y presentarse brevemente) lo mismo ocurrió para algunas escritoras de la mesa en la que me encontraba participando. Después la sutileza de interrumpirnos y callarnos  para, en seguida,  pedir desalojáramos la cancha, pues venía la siguiente tanda de poetas, quienes disfrutaron de más tiempo para la lectura de sus propuestas.
Pero bueno, lo que no olvidaré de este País de las Nubes es la invitación de Aura Sabina, su amistad, su buena voluntad, su pasión y compromiso por la poesía. Con esto no todo estuvo perdido. Pude convivir con talentosas mujeres como Lucero Balcázar, Carmen Saavedra, saludar a Mónica Gameros, Hortensia Carrasco y tantas otras. Recordaré con alegría la comida en el bar La ópera con las chicas tamaulipecas Celeste Alba Iris, Marisa Avilés, Lorena Illoldi, y de Juaritos, Arminé Arjona, todas ellas tremendas poetas.
Una vez más me cuestiono ¿los VIP poéticos están de moda? En el pasado Encuentro Internacional de Poetas y Escritores del Nevado de Toluca Bicentenario 2012, llevado a cabo el pasado 9 y 10 de Noviembre sucedió algo similar con el País de las Nubes. A pocos días de efectuarse esta reunión literaria no se sabían   horarios ni lugares donde se realizaría dicho evento. No hubo jamás un programa, ni la delicadeza de informar, por lo menos a un buen número de los invitados, de qué iría dicho encuentro. No fue sino hasta que se publicó el flyer electrónico en  Facebook, (que todo dice y a todos balconea), que algunos nos enteramos, ya de perdis, del nombre del evento al que habíamos sido invitados. No es mentira, así sucedió.
Lo chido en el día que participé, fue la visita al colegio de bachilleres. Los chavos nos recibieron con entusiasmo, hubo oportunidad no sólo de leer nuestro trabajo, sino de que la retroalimentación llegara hasta los huesos. Y, por supuesto, el rescate a mi persona por parte de Alonso y Cinthia que no me dejaron morir en un antro fresísima al que de buena onda me invitaron otros colegas de por aquellas tierras mexiquenses. (Agradezco las nuevas amistades, las coincidencias y el amor a las letras, pero prefiero las cantinas).
Lo que no se pudo evitar fue que se generalizara la molestia entre los asistentes reunidos en el auditorio de la facultad de humanidades (CU, Toluca), cuando el hecho de no tener certeza de nuestra participación fuera minimizada por algo verdaderamente grave, la diferencia (desafortunada) que hiciera el organizador Oliverio Arreola al llamar a una de las mesa de lectura “La mesa de los premios reales” …
¿La de los escritores importantes?
¿La de los escritores de a devis?...
Pues, como diría el búho de las paletas tutsi, quizá nunca lo sabremos.

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