domingo, 23 de diciembre de 2012

El narco como tema, por Arturo Texcahua


El narco como tema
Por Arturo Texcahua

En todos los tiempos, la escritura ha sido una estrategia para registrar testimonios. Desde La Ilíada, por recordar un ejemplo de la Antigüedad, hay pruebas de ello. Aún en la fantasía se hacen presentes marcas de una realidad conocida por el autor. Por eso, historiadores, antropólogos, sociólogos y filósofos, entre otros, han recurrido a la literatura en busca de información y explicaciones. El escritor da cuenta de la situación de su entorno, a veces apenas con algunos trazos que si se saben interpretar bien deshilan mil detalles, o produce concentrados de pormenores que retratan fielmente situaciones con un realismo crudo concomitante a circunstancias específicas. Alexander Solyenitzin no podía escribir de otra manera Archipiélago Gulag, debía ser así, una denuncia, un grito de dolor entre el silencio de las filas comunistas. José Revueltas sostuvo en El apando un discurso sin rodeos, que exhibe un sistema carcelario inhumano. La literatura con el tema de la Revolución Mexicana describió circunstancias y sucesos que de nuestra historia estampan muy bien un momento crucial, de luchas, traiciones y muerte. Si bien hoy el realismo --construido con pinceladas distintas a las practicadas en el siglo XIX-- no es un impulso generalizado, sigue siendo una opción frente a otras maneras de narrar. Su presencia es forzada por situaciones específicas, a veces es sólo fin morboso, más cercano a las ventas; en otras es compromiso, servicio, materia para el señalamiento y la reprobación.
La llamada narrativa del narco parece oscilar entre estos extremos. Elmer Mendoza niega propósitos extraliterarios: “Como escritor lo que estoy intentando es dilucidar algunos registros que pudiera tener sobre la realidad y sobre la mitología; más sobre la mitología que ha surgido sobre el caso. Y buscar convertirlo en literatura, sin que haya un sentido moral o un sentido de juzgar a los que no me corresponde. Simplemente está allí e intento que quede. Evidentemente al pasar por mi tamiz debe tener alguna característica particular, pero no es algo que yo busque. Ellos hacen los suyo y yo hago lo mío y ya” (Cabañas, 2005).
El tema de esta narrativa es el narcotráfico y sus personajes, los narcos. Capos, sicarios, hombres y mujeres, y seres que deambulan o atraviesan este mundo. Glorias, luchas, traiciones y muerte de quienes se relacionan con el narcotráfico.
La doctora Guadalupe Isabel Carrillo Torea, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México, la llama la novelística del “narco” en un ensayo que publica Arenas, revista sinaloense de Ciencias Sociales. Advierte la importancia de la crónica en el registro testimonial del tema. Reunidas en libros, afirma que son fuente de primera mano “para entender el fenómeno que aqueja al país y que nos involucra a todos” (Carrillo, 2011: 29).
“A su discurso ameno y fluido, lo acompañan datos fehacientes y una mirada que pretende ver más allá de la maldad de los capos; muestra una imagen de conjunto en la que vemos a los hombres en su entorno y desde distintas perspectivas humanas”.
La especialista advierte sobre la necesidad de estudiar esta producción, de que se profundice en las características de su discurso.
De la novela del “narco” destaca como antecedentes la novela negra (y de ésta la novela gótica) y la novela policial, cuyo común denominador es el crimen, el mal.
Advierte como características principales de esta narrativa: la aberración (el crimen como un rasgo definitorio del mundo contemporáneo urbano) y la abyección según la define Julia Kristeva (tema grito de dolor--del horror, testimonio), lo que explica, según Carrillo, el discurso de esta narrativa: la jerga coloquial, su oralidad, el realismo exacerbado, donde destaca el mal como rasgo definitorio.
Divide la producción de este tipo de novelas en dos grupos. El primero “serían aquellas obras escritas y publicadas prácticamente en la primera década del siglo XXI por jóvenes promesas. En su mayoría son intelectuales radicados en los estados del norte de México” (Carrillo, 2011: 34). Precisa que tienen un afán de denuncia y un realismo desmedido. A la cabeza de este grupo está Élmer Mendoza. Acerca de este grupo, destaca las acusaciones que se les han hecho de reeditar un costumbrismo elemental y sin imaginación.
En un segundo grupo coloca a los escritores que “mantienen un mayor apego a técnicas tradicionales en la construcción espacial y temporal y en una mirada omnisciente de los sucesos”. Allí coloca a Pérez Reverte y La Reina del Sur, además de Gregorio Ortega Molina, Homero Aridjis, Ramírez Heredia, entre otros.
Aparte de ser un acercamiento panorámico al tema, el análisis de la doctora Carrillo es una invitación al estudio específico y minucioso de la novela narco, de la novela que es testimonio de un mundo que reinventa sus horrores.
Bibliografía
Carrillo Torea, Guadalupe Isabel, “La novelística del narco”, Arenas, revista sinaloense de Ciencias Sociales, número 27, primavera 2011, Universidad Autónoma de Sinaloa.

Cabañas, Miguel A., “Un discurso que suena: Élmer Mendoza y la literatura mexicana norteña”, Espéculo. Revista de estudios literarios. 2005, Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/emendoza.html

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