domingo, 10 de febrero de 2013

Costumbres, por Israel González


Costumbres

Israel González

Aun cuando en nuestro idioma tenemos muchas frases para despedirnos, poco a poco se ha ido haciendo costumbre el bye. ¿No podríamos decir en mexicano adiós, hasta pronto, nos vemos, hasta luego? ¿Por qué bye?

En cuanto a la redacción existe la creencia (y la práctica) que escribimos como hablamos, sin entender que poner nuestras ideas por escrito requiere de un esfuerzo intelectual en donde la sintaxis, la ortografía y la puntuación son elementos esenciales. Hablar y escribir son dos actividades diferentes, cada una con sus propias exigencias y reglas, nos recuerda G. Martín Vivaldi en su Curso de redacción, de editorial Prisma.

La poesía es otro terreno que muchos creen extraordinariamente sencillo y, como consecuencia, no van más allá del “Declamador sin maestro”.

Vivimos en el siglo XXI y con frecuencia olvidamos que el arte, en general, y la literatura, en particular, ha evolucionado. Y que si queremos escribir poesía o novela o cuento o ser críticos no nos queda de otra que ponernos a estudiar y a practicar.

Los que ningunean todavía la poesía de Jaime Sabines, desconocen que detrás de su aparente sencillez y coloquialismo, existió un incansable lector no sólo de la Biblia sino de poesía. Y un gran poeta que sí sabía lo que hacía.

Finalmente, esperemos no estar “escribiendo con los pies”, como escribió, molesto, Octavio Paz a su amigo Tomás Segovia, desde París, el 24 de noviembre de 1960:

El número dedicado a los poetas argentinos me gusta muchísimo menos que el dedicado a los mexicanos (que era excelente). Tengo la certidumbre de que el autor de la antología escribe con los pies, con ese lenguaje pseudo marxista, de periodista que ha hojeado libros de sociología, no entiende nada. (…) No es justo que los lectores de la Revista Mexicana de Literatura se queden con la mala impresión del número 10.

(Paz, Octavio: Cartas a Tomás Segovia (1957-1985), México, F.C.E., 2008, p. 19).

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