domingo, 16 de febrero de 2014

Pos me asaltó, por Saúl Kastro


Pos me asaltó, por Saúl Kastro
 
El incremento en el precio al pasaje del Metro causó diversas protestas, una de ellas fue el llamado “Pos me salto”, que en realidad con la gran agilidad que tenemos la mayoría, bien pudo haberse llamado “Pos me paso por abajo”. La gente en desmadre organizado aprovechó para no pagar su pasaje dos o cinco días, de todas maneras quedaban 1825 días que sí serían pagados, hasta el nuevo incremento. La mera neta no tenía idea de quién movía todo aquel relajo, pero eso no me importaba, pues mi único interés era el caos y el exhibicionismo, era hermoso, como ser tú mismo, sentirte libre, aunque fuera solo cinco minutos.
 
Pasamos por debajo como soldados pecho a tierra, rodamos como pandas, cruzamos como frailes rezando, bailamos desde la Macarena hasta perreo; jugamos a la víbora de la mar, al barco pirata; nos tomamos fotos, las subimos al Face, etiquetamos a las amistades. Luego siguió gente profesional e invitados. Desde Coahuila, la bella Flátader, Iraís Pichardo, quien abrió con unNosepik. Luego la Skaeter, Andrea Sánchez, terminó con un Noseslide. Ambas, bicicleta y patineta, sobre la caja de metal del torniquete. ¡Ah, qué saltos! Luego los enormes saltos de pie-ala, desde gimnastas hasta bailarines de la Escuela Nacional de Danza. El Gran Mamey se quiso lucir, tomó impulso, saltó, dio tres giros, en pleno vuelo pasó la tarjeta por el detector para hacer gala de su precisión, cinco pesos marcó y luego del otro lado cayó parado en un pie en punta, sobre el dedo gordo; Pepe y yo fuimos los únicos pendejos que dimos dos aplausos de manera sincronizada “¡mucho, maes!… tro”; reprimimos ante el abucheo que recibió. “¡No mames. Pagaste. Idiota!” le gritaron. El Gran Mamey pidió disculpas y se retiró. Luego el ánimo se calmó cuando las luces se apagaron y un jazz comenzó “Smoke on the water”, dos reflectores y un maestro de ceremonias señalaron en el torniquete 1 la escultural aparición deee ¡Lunaaa Cristalll! Mis amigos y yo sacamos las chelas y nos olvidamos del Pos me salto, pos ya ni modo. ¡No manches! Qué forma de quitarse la ropa. Mientras la jauría aullaba, dos fornidos caballeros en tanga, con moñito al cuello, colocaron un firme tubo sobre un torniquete. Todos nos sentimos <> ante las acrobacias de aquella campeona olímpica del Pole Dance: anarquistas, corrientes partidistas, vagoneros, policías e inspectores, olvidamos por un rato diferencias para unirnos por una causa en común.

Las cervezas se acabaron, Pepe hizo la vaca, echamos volado y perdí, me tocó ir. Corrí antes de que comenzara el segundo tiempo. Salí de la estación Tacubaya, fui hacia la tienda sobre la avenida, pero me topé con un retén ratón: un individuo pelón y tatuado elegía de forma aleatoria a los transeúntes “caballero, pase por aquí, por favor, los demás pueden seguir tranquilos”; otro guía, a los elegidos, nos formó entre conos de tránsito; al frente, dos chavos de traje con pistola en mano hacían el cacheo. Llegó mi turno. “¡Cámara eseee, cayitos con la luz, si no quiere que te abarateee.” “No, miren jóvenes, aquí hay un error…” ¡Pum! Chingadazo al hígado. “¡No te pregunté si me equivoqueeeé, dije <
> óraleee!” Yo estaba pasmado, me sacaron el aire, el dinero del bolsillo y mi reloj, cierto que mi reloj no valía 3000 caguamas, como el de un humilde Secretario de Estado, preocupado por el hambre y la pobreza, pero era un regalo de mi papá y eso me caló. “¡Y esto es pa que no te vuelvas a poner pendejooo!” ¡Pum! Directo a la jeta. Regresé al Metro por mis compas “ahorita van a ver estos cabrones”. “¿Y las chelas?” preguntó Pepe. “¡Qué creen chavos, que me acaban de asaltar!” “¡Aaaaaaahhh!” exclamó la banda, me la mentaron con chiflidos, luego me zapearon. “¡Cómo eres güey!” Un diente se me zafó, me agaché a buscarlo. Lo encontré y lo guardé en el mismo bolsillo de donde saqué un pedazo de periódico para limpiarme la sangre. En el torniquete tres ya bailaba Katy, la Reyna de Insurgentes. Pero ya no me pareció tan precioso el asunto. Ya no quería caos ni exhibirme, solo regresar a casa.

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