martes, 14 de abril de 2015

Palomitas, por Israel González

Palomitas
Israel González

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Se producen películas como se hacen palomitas: “Timbuktu” (Abderrahmane Sissako, Francia-Mauritana, 2014); “Las oscuras primaveras” (Ernesto Contreras, México, 2014); “Fuerza mayor” (Ruben Östlund, Suecia-Dinamarca-Noruega, 2014); “Güeros” (Alonso Ruizpalacios, México, 2014); “González: falsos profetas” (Christian Díaz Pardo, México, 2014); “Conducta” (Ernesto Daranas Serrano, Cuba, 2014); “El silencio de las moscas” (Eliezer Arias, Venezuela, 2014)…
En lo que escribo, se están exhibiendo nuevas historias. No alcanza el tiempo para verlas, ni –las que nos motivan- para comentarlas. Adelante van. Y nosotros, los espectadores, en la fila, atrás.
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En “Las oscuras primaveras”, José María Yazpik (Igor) interpreta inmejorablemente a un joven hombre cansado, sin expectativas, rutinario, muerto en vida, con mujer y sin hijos, en un espacio de la ciudad de México en donde nada ocurre que sacuda las consciencias, nada que pinte de colores más cálidos la piel cetrina. Nada, hasta que Igor conoce a Pina, una atrevida y no muy convencional mujer.
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Ante una avalancha que no fue, en los Alpes, (“Fuerza mayor”), el amoroso esposo corre para salvar su vida, abandonando a su amadísima esposa y a sus queridísimos hijos en el lujoso restorán. Pasado el susto, recuerda que tiene mujer y dos niños, y vuelve; pero nada volverá a ser igual porque Ebba, su esposa, empieza a preguntarse si una persona que reacciona como él ante el peligro realmente los ama.
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En “El silencio de las moscas”, los espectadores confirmamos, por enésima vez, que el suicidio no es un tema, es una lacerante realidad.

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