lunes, 25 de mayo de 2015

Lo que quisiéramos vivir, porIsrael González

Lo que quisiéramos vivir
Israel González


Una muchacha danesa (“Jauja”, Lisandro Alonso, Argentina-Estados Unidos-Holanda-Francia-Dinamarca-México-Alemania, 2014) sueña su historia personal.
Como en todos los sueños en él hay cosas ciertas y hay cosas inventadas o maquilladas.
Sueña que a sus catorce años, en la pampa argentina, se enamora de un joven y apuesto soldado y huye con él.
Su padre, al darse cuenta, con su pistola y su sable de militar, montado en su caballo de guerra, recorre la pampa en su búsqueda.
En algún lugar del sueño el hombre recuerda  que al nacer su hija su madre los abandonó y que ahora su única familia es ella.
Iracundo, quizá los encuentre y despedace al joven; pero la muchacha huye de él montada en dos caballos que de repente se vuelven uno y lo dejan a pie.
Sediento, sudoroso, cansado de subir y bajar, harto de arañar montículos, burlado por su querida hija que lo único que quiere es libertad, descubre a un perro que parece más grande de lo normal echado en una franja de agua.
El hombre sigue el camino del perro y encuentra a una anciana, cuya casa es una cueva, junto a un manantial que es de ella y es de todos.
La anciana, como él, ha perdido a su esposo y sólo tiene la compañía de su perro que es el mismo que él regalará a su hija, quien alguna vez le pidió le obsequiara uno sólo para ella y que la siguiera a todas partes.
Quizá el padre siga empeñado en buscar a su hija y la encuentre –ya anciano- en su apacible hogar – su cueva moderna- rodeada, rodeados de perros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario