jueves, 6 de julio de 2017

Los ausentes, por Israel González

Los ausentes

Israel González

(“Los ausentes”, Nicolás Pereda, México, 2014)

Estoy solo y viejo.

No sé si tuve hijos o no,

pues nadie viene a verme.

Nací y crecí con el rumor del mar oaxaqueño

pegado a mi oreja.

Mis padres me llamaron Gabino.

Vivo, desde no sé qué tiempo remoto,

en esta casa hecha con tabique, madera y lámina,

alejado de todos y más cercano que nadie al mar.

De repente veo cómo los niños que éramos

corremos hacia la playa con nuestras tablas de surfear

y yo me lastimo una oreja y comienzo a sangrar.

El otro día había chivos y yo cerraba el corral

justo antes de que la noche nos vendara los ojos.

Nadie viene a verme.

Con nadie hablo.

Nadie hace el aseo de la casa, sino mis manos

que también lavan la ropa y preparan la comida

y acarician a la compañera pistola.

Mis pies descalzos conocen la sal del mar.

Mi cuerpo desnudo sabe transformarse en ola.

El sol y la vida arrugaron mi piel y empequeñecieron mi cuerpo

que un día de éstos perderá el único techo que tenía

y se irá a vivir sus últimos días quién sabe a dónde.

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