lunes, 17 de junio de 2013

Palabras de Angélica de Icaza en la presentación de Grandes enseñanzas para pequeños corazones, de Lorna Rocío Contreras G.

Palabras de Angélica de Icaza en la presentación de
Grandes enseñanzas para pequeños corazones, de Lorna Rocío Contreras G.

Antes que nada quisiera agradecer a Lorna la oportunidad que me dio de leer sus cuentos y de compartir ahora con ustedes lo que esta lectura me provocó. Creo que de eso se trata, que aquello que leemos se conecte directamente con nuestras emociones, nuestros recuerdos, nuestros sueños. Esa es la función de la literatura, y al lado de la literatura está la vida que nos convoca a preguntarnos insistentemente el sentido de la existencia y la pertenencia a un entorno que nutre día con día nuestra necesidad de entender, de construirnos, de crecer.
La fortuna de tener un padre amoroso y atento le dio a Lorna la posibilidad, no sólo de preguntarse sino de ir descubriendo por ella misma lo esencial, lo verdaderamente valioso. Él quiso compartir con su pequeña hija sus conocimientos, los que se refieren a vida cotidiana (porque me imagino que también le hablaba de las cuestiones comunes y necesarias para su educación) pero no se conformó con ello porque sabía que lo de adentro es más importante que lo de afuera y puso todo su amor y  su atención en acompañar a Lorna en su desarrollo como ser humano.
Y cuando digo acompañar me refiero a que él sabía, desde no sabemos dónde, que a los hijos más que consejos o reprimendas hay que acompañarlos en la vida, porque la vida es de ellos y el aprendizaje es algo personal e intransferible. Lorna tuvo esa fortuna, pero también la sensibilidad para escuchar lo que su padre le quería transmitir, en una edad en la que no nos interesa para nada el mundo de los adultos. Aquí se juntaron las ganas de acompañar y las ganas de ser acompañada a través de ejemplos concretos que después se convertirían en un descubrimiento personal. Aquí tenemos el resultado de esa experiencia, y tenemos también un homenaje, un reconocimiento al legado que recibió.
Los cuentos de Lorna nos llevan a acercarnos, de una manera dulce y amable, al ejercicio de la imaginación, al cuidado y al conocimiento de nosotros mismos. Ahí tenemos “El arco y la flecha”, un hermoso cuento en el que vemos a una pequeña de cuatro años, con los ojos cerrados, trayendo desde el espacio de su fantasía un arco y una flecha con la punta de metal y plumas de colores en un extremo. Su padre le va indicando cómo tomarla y cómo encontrar en un frondoso árbol un pequeño círculo que será su objetivo. La niña da en el blanco y comprende en ese momento y para siempre que saber lo que queremos en la vida es la manera de alcanzarlo. 
 En “La tina con agua” le muestra, con un juego sencillo, la importancia de cuidar nuestros actos y nuestras palabras… “ya que las palabras y los pensamientos – le dice- van acompañados de una poderosa intención. Esta energía está viva y es lanzada y dirigida al universo, y con esa fuerza será devuelta  al lugar de donde vino”.
Por último en “El espejo misterioso que envió abuelita” nos encontramos en un viaje. La niña ve en el espejo a una pequeña igualita a ella, y después de un diálogo con su propio reflejo se hace, le hace y responde a las preguntas que todos nos hemos hecho o deberíamos hacernos: quién soy, qué quiero, de dónde vengo, a dónde voy…

Esto es lo que nos comparte Lorna en su libro Grandes enseñanzas para pequeños corazones, y después de leerlo nos quedamos con más preguntas, pero de eso se trata también, de hacer de la duda un mar incesante que nos lleve a ser mejores personas. 

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