lunes, 3 de junio de 2013

Zozohua, por Graciela Salazar Reyna


Zozohua
Por  Graciela Salazar Reyna

Son seres que comunican su dolor
a piel-escama.

Las sirenas
son de plata
como reflejo de luna.

No son sólo peces míticos
o mujeres desaparecidas
más allá del horizonte.

No son sólo las Súcubas de Ulises
no sólo el manto emplumado de Yemayá.

Son el diseño de un artista
ángeles femeninos que se abren de parto
para resurgir como de un abismo insoslayable.

Son exilio de sombras
renuncia o la posibilidad infinita
de sentir el mar
en su pelvis de espuma

En este proceso de ser
alma que deja de estar vacía
alguien siempre las posee.

No saben si volar
o arrancarse esa piedra fosilizada de su vientre
ese marfil donde se les ha bordado el ombligo
o si navegar con esa orfandad de mujeres azules
lloronas inconsolables.

Sirenas de alas-tomar
guías de pescadores
o aves mensajeras
reptiles ocultos en sus escamas
salamandras, quimeras
hijas de Zeus, de Poseidón y su tridente.

Todas las sirenas
una sirena-madre
nos hablan a través de su cuerpo
amamantando de luz
y fecundado en las entrañas de la arena.

Mujeres que abandonaron la tierra
Y a los hombres de la guerra
a cambio de un pez
insertado en su sexo oral
de boca de lluvia
de códigos de flor
sobre los labios de su poesía.

Estilizadas, seductoras
transformadas de caracolas y concha nácar
a semidiosas;
dianas, amazonas y valkirias
Venus de agua, afroditas instaladas en el deseo
posible o no, deseándolo todo.

Raíz de plata en sí mismas
tatuadas de lunares y de estrellas
a veces se dejan ver por la playa.

Hoy quise entregarme sólo al disfrute del poema que comparto con los lectores de este trajín. Hace años, conocí a su autora, Frida Varinia Ramos Koprivitza; platicamos sin descanso lo que duró el trayecto, de Oaxaca al D. F. Veníamos de un encuentro de mujeres poetas en “el país de las nubes”, ese que coordina Emilio Fuego, desde hace más de 20 años, en la mixteca; aún flotábamos entre ellas.


Hablamos de sueños y proyectos. En esa ocasión le platiqué, entre otros muchos temas, que me dedicaría a las sirenas sin saber entonces de este poema suyo, Sirenas de luna y plata, de su libro De sur a sol.  Poemas con aroma de café (Premio nacional, Ignacio Manuel Altamirano, 2005, del gobierno del estado de Guerrero).  Espero que ustedes como yo se deleiten con estas sirenas que, “a veces se dejan ver por la playa”, particularmente, cuando buceamos por nuestros mares en pos de seguir imaginando.

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